jueves, 12 de abril de 2012

Dirty York convencen en Madrid


Está claro que es una banda a la que se la tenía ganas. Dos estupendos discos y el boca a boca de su demoledora actuación en el Azkena del año pasado creo que tienen la culpa. No hay otra forma de explicar que una cuasidesconocida formación venida desde la otra punta del globo y sin apenas promoción, llene casi a reventar una sala y que, además, el ambiente que se respire en ella sea el de las grandes ocasiones.

Y, a pesar del deficiente sonido (una vez más…) que hizo que el concierto tampoco pueda tener el calificativo de sobresaliente, creo que Dirty York sí cumplieron con las altas expectativas y convencieron a los presentes.

Hay otro elemento que, en mi opinión, contribuye también a ello y es la gran legión de fieles que los Black Crowes tienen en nuestro país. Evidentemente, juegan en ligas distintas, pero la propuesta sonora es tan similar que hace tremendamente fácil que un fan de los Cuervos disfrute y conecte a la perfección con Dirty York. Pero ojo, de ahí viene también la principal crítica que se puede hacer a los australianos, a los que se podría reclamar un poco más de personalidad propia.

La banda salió a matar desde el primer minuto, con un repertorio eficiente basado principalmente en el repaso a sus dos discos e intercalando media docena de temas (buenos todos ellos) de lo que anunciaron va a ser su tercer trabajo de estudio a partir de septiembre.


Como os digo, el inicio fue de aupa con “Tied up”, “Spin the miracle dice”, “Born with a broken heart” y “Deep water”. Así, del tirón, los cuatro primeros cortes de su Say Goodbye To Diamonds (2011). En la parte central del show no abusaron de los largos desarrollos ni los temas lentos (cosa que creo la gente agradeció) y, entre los que tocaron, destacó claramente “Can't scare the devil in me”, uno de los mejores momentos de la noche, con el guitarra Benny James haciendo maravillas con su wha-wha y el cantante Shaun Brown (sobrado de voz aunque quizás algo falto de un poco más de presencia escénica) dejándose la garganta.

Como momentos clave fueron también “All my friends look like Jesus” (tema con madera de hit single y que enloqueció literalmente al público) y la extraordinaria versión del “Stranger in a strange land” de Leon Russell.

Y si empezaron matando, terminaron matando, despachándose en el bis “Spareroom hero”, “Roll with it” y “No apologies”, tres de los temas estrella de su Waiting on St. George (2009).

En resumen, buen sabor de boca y ganas de que sigan creciendo como banda. Será un placer volver a verlos pronto por aquí.

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